
Después de varios días dando vueltas al tema, por fin me decidí a dejar el cigarrillo. Y en el intento, me encuentro con un sin número de nudos y trabas mentales que me son por demás interesantes. Distintas formas en que el cerebro juega con mi cuerpo. Mi mente dictando y exprimiendo las memorias para exigir una dosis de tabaco y químicos. La ansiedad que he estado experimentando estos días de abstinencia varia dependiendo del momento del día. Durante los recorridos habituales, la memoria corporal se hace notar en los puntos exactos donde acostumbraba a encender un cigarrillo. Incluso al pasar por las tiendas donde los compraba pareciera que la mente quisiera meter el freno de mano y llevarme por la fuerza a comprar una cajetilla de Marlboro rojos. Otro momento donde el hábito se hace notar es con el estrés. Desde los más insignificantes apuros de la mañana hasta los momentos de verdadero terror cotidiano. Gritos desesperados piden el necesario tiempo de introspección y respiro en la banqueta antes de dormir. Y para terminar de enlistar mis ansiedades, están las prospecciones a futuro. ¿Si salgo de fiesta podré aguantar sin fumar?, y si un día me doy un regalo y me fumo un cigarro por durar uno, dos o cinco años sin fumar, ¿tiene sentido?, ¿mis cigarros de cumpleaños?, ¿el de después de cenar?, ¿el del café de la mañana?. Fuera del temor a morir por riesgos cardiovasculares o cáncer, el problema para dejar de fumar parece estar en deshacerme de los hábitos tan marcados en la memoria corporal.
Para acabar con esto he comenzado con dos técnicas de distracción. La primera es simular la respiración del fumador, como si fuera a dar el toque y hacerme consciente de esa respiración larga y relajada de quien exhala la fumarolas. Aquí reside el engaño a la mente y al cuerpo. La ansiedad de esos momentos puntuales del día tiende a disminuir y en el mejor de los casos he logrado enfocarme más en la respiración y dejar de lado las ganas de fumar. La otra técnica ha sido la meditación al final del día, poner tranquilidad mental al final del día me ha servido para dejar de lados las proyecciones a futuro, expectativas y dudas recurrentes sobre si esta decisión ha sido lo mejor para mi vida a largo plazo.
No me queda más que maldecir el día en que un ricachón político francés, llamado Jean Nicot, quien fungía como Embajador de Francia en Lisboa, decidió regalarle a la Reina Catalina de Medicis un stash de las más finas yerbas caribeñas encontradas durante el saqueo colonial. Entre este herbolario regalo real, el tabaco sobresaldría de entre las demás. ¡Esta yerba hace que los habitantes de las islas coman fuego y exhalen humo por la boca y la naríz! No hay forma más colonial para vender cualquier sustancia extraña, que con la exotización de los cuerpos no blancos. La Reina deleitada con tan exquisita sustancia decidiría que al no ser comprobado ningún peligro en su consumo, esto puede ser distribuido por todo el reino. En los 1500 la ignorancia es una bendición. Y de ahí el tabaco y su consumo brincaría a Inglaterra gracias a viejos agrios como Walter Raleigh y diseminándose por todo el continente europeo hasta Rusia y de ahí a China… y ya sabemos en que va esa historia.
Obviamente en este relato histórico proveniente de una mezcla entre los escritos de Pablo Luis Duda en su libro La industria del Tabaco en el Perú y mi imaginación, he dejado de lado cualquier consumo milenario curativo/recreativo de “Cohiva”, “Pétum”, “Yetl” o “Macuba” hecho por los pueblos originarios de Mesoamérica, las islas occidentales, el América Septentrional y la raza sudamericana. Ya que es bien sabido que todo lo bueno que la naturaleza regala termina por volverse nocivo a la salud una vez que cae en las manos de gente como la reina de Medicis y Jean Nicot quien bautizó con su apellido a esta planta y al alcaloide que desprende su combustión que sabe bien como agitar a nuestros queridos neurotransmisores.
El vicio y la adicción por un lado y por el otro el saqueo de plantas y los monocultivos industriales, uno de los grandes problemas causados por el imperio y su maquinaria capitalista. Es en esos años de finales del siglo XIX en que deciden cosechar de manera bruta para satisfacer los consumos y ventas proyectados a nivel imperio y a los cuales lograrían llegar en parte al uso de sustancias químicas venenosas, pero adictivas, y a las agencias de publicidad norteamericanas de los primeros años del siglo XX. En el “Golden Age” de la mercadotecnia y la publicidad, sin duda alguna la industria tabacalera fue una de las más grandes beneficiadas.
Siempre he pensado que algo habrán hecho los magnates tabacaleros para perder este privilegio corporativo. Queda claro que la industria petrolera, Israel, EUA y su indiscriminado vicio por fabricar, vender y comprarse armas o la democracia, no han sufrido esta debacle de relaciones públicas aún y cuando son más dañinos para la humanidad.

Muchos años antes de que aparecieran ratas muertas, cadáveres de bebés y gente con el cachete agujerado en las cajetillas de cigarros, aparecían bellas mujeres con sus labios oscuros y sus guantes blancos hasta los codos disfrutando de un delicioso cigarrillo de la Phillip Morris o la American Tobacco Company. Robert Jackler, famoso catedrático de la escuela de medicina de Standford y especializado en la historia de la publicidad de las marcas tabacaleras, nos relata que este acercamiento publicitario a las mujeres de los años veintes se da por un cálculo estadístico: la mitad de su mercado (las mujeres) tenían prohibido fumar. Al ser considerado algo indigno y fuera de las buenas costumbres sociales de la época, se buscaría convertirlo en algo cool y glamuroso para las altas esferas cambiando la narrativa del producto en la juventud tan locochona, dejando de lado las costumbres viejunas del siglo anterior. Con el paso de los años este esfuerzo de control de masas y venta al mayoreo iría dando resultados inesperados para los cigarros Marlboro.
En 1954, Marlboro, se convertiría en el “cigarro de las mujeres”, el cigarro delicado, el que tenía filtro rojo para que no se notara el lipstick, un cigarro con una identidad marcada pero sin concretar el aumento en ventas de manera significativa en el mercado femenino. Es aquí cuando salen a la luz varios estudios relacionando el fumar con las muertes prematuras y el cáncer de pulmón. En ese momento la narrativa tabacalera debía cambiar y enganchar directamente a los consumidores hombres que seguían siendo el grueso de la población fumadora. Los cigarros con filtro serían la mejor solución para el problema de las sustancias químicas nocivas para la salud, más durante décadas el cigarro con filtro se relacionó directamente al consumo femenino y a un débil sabor. La mayoría del mercado varonil no se sentía atraído a la idea de fumar cigarros con filtro hasta que apareció el famoso vaquero Marlboro. Esta imagen del vaquero libre, montando a caballo todo el día por ríos y montañas para que al final pudiera descansar, prender una fogata y encender su cigarrillo… con filtro.
El mensaje era claro. No pasa nada si fumas con filtro, no se te va a caer el pito… o tal vez sí, pero no va a ser por el filtro. Este mensaje seguiría sin cambio por casi todo el siglo XX, hasta que fue casi imposible negar cualquier relación entre el consumo de tabaco, las muertes prematuras y el cáncer.
Es aquí cuando llegamos a las ratas y bebés muertos sobre colillas de cigarro.
Y para dar el tiro de gracia a este vicio, la huella ambiental y el daño de los filtros y químicos del cigarro en el planeta es tan devastador como cualquier pelea de Dragon Ball Z.
Ahora que estoy tratando de reprogramar los hábitos, trastornos y manías relacionadas a mi consumo de tabaco, también estoy intentando retomar el hábito de la escritura en este espacio a manera de blog llamado Riz-O-Mático, donde espero poder escribir acerca de cosas menos lúgubres como mis vicios y más interesantes como películas, animes, discos y como rebotan con los bordes del fin del mundo. Así que si lees esto y te gusta no dudes en suscribirte.
En honor a este abandonar de los vicios, una playlist llena de humo y tabaco.
¡Muy buena publicación! Felicidades dejando de fumar 🤘🏼, contar los días me ayudó bastante.. Usando aplicaciones como Shortcuts de iOs o Tasks de Android se puede programar contar los días desde una fecha inicial, al final le gusta a la mente llevar un score 🤷🏻♂️